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GLADIADOR II, UNA PELÍCULA DE PERSONAJES

Tanto GLADIADOR, la primera película, como la segunda, GLADIADOR II, son filmes de personajes, es decir que por encima del tema, se da prioridad a lo que pasa con las personas. En ambas hay un protagonista que defiende valores nobles y un antagonista dispuesto a lo peor para conseguir lo que desea. En medio de los dos hay siempre un personaje bisagra que se inclina en favor del protagonista, quien defiende las bondades de la democracia por encima del poder dictatorial de un emperador. En ambos casos el modelo favorece el lucimiento de los actores implicados. Así, para Russel Crowe y para Joaquin Fenix, el éxito obtenido por la película inicial no se compara a lo conseguido en sus proyectos anteriores. Es decir que ese primer GLADIADOR estrenado en el año 2000, fue la oportunidad para dejar una huella indeleble en la memoria cinéfila de quienes asistieron a verla y que siguieron repitiéndola cuando en las cadenas de televisión de todo el mundo se emitió una y otra vez, a sabiendas que era de esas obras que no molesta volver a ver.
24 años después del GLADIADOR, se estrena la segunda parte y el formato del triángulo pasional y de poder se pone en marcha otra vez. En la nueva entrega el rol protagónico está en manos de Paul Mescal, quien aunque nacido en Irlanda, encaja perfectamente con la apariencia de un héroe del siglo tercero en el Mediterráneo italiano. El joven actor trabaja su cuerpo hasta convertirlo en el que se esperaría de un luchador esclavo que debe matar para no caer muerto en el Coliseo. Imprime al personaje matices de ira, dolor, amor ferviente y toques humor que otro artista por debajo de sus cualidades histriónicas no sabría recrear. Lucio, su personaje, tratará de derrumbar las bases del Imperio Romano y su tarea se hace interesante porque tiene enfrente a Denzel Whashington, quien interpreta a un antagonista con tanta sed de venganza que transpira maldad por todos un cada uno de los poros de su cuerpo.

El malo de GLADIADOR II recuerda al de TRAINING DAY de 2001, con la que Denzel Whashington consigue un Oscar a mejor actor por interpretar a un policía experimentado y corrupto. En la GLADIADOR de 2024, Whashington representa un personaje similar que funge de maestro del joven protagonista a la vez que es su enemigo. El experimentado actor tiene la inteligencia para comprender las motivaciones complejas del antagonista pero sin perder la capacidad para engañar al público y a sus víctimas con su amplia sonrisa de dientes blanco y grandes, como los del lobo feroz de Caperucita Roja. Por su motricidad, su manera de caminar, la forma como maneja sus brazos, incluso por el dominio que tiene de su mirada, Denzel se apodera de la atención del espectador haciendo suyo el plano. Su villano no tiene compasión por ningún otro personaje, ni siquiera por el personaje bisagra, que es una mujer bella y frágil, que inspiraría antes que crueldad solidaridad, pero a cambio es convertida en objeto de su cruda venganza.


El puente entre EL GLADIADOR del año 2000 y el de 2024, es el personaje que interpreta Connie Nielsen. Ella hace de Lucila, una hija de emperador, esposa y viuda del nieto de ese emperador y luego madre del heredero a quien le roban el trono para que no pueda ser emperador. Ella, en medio del poder, es el punto de unión entre los protagonistas y los antagonistas de las dos películas. Lucila, que conspira y ejecuta, descubre que el destino se tuerce siempre en su contra. Así como ella, los personajes de Máximo, Cómodo, Lucio y Macrinus encuentran en los giros tortuosos de la vida la forma de encajar en un rompecabezas con aroma a corona de flores en un velorio perpetuo, en el que ese destino los lleva a todos por el camino de la tragedia. Ella es el personaje que ofrece su mente para que la democracia encuentre la manera de vencer la tiranía. En las dos películas ella defenderá los ideales de justicia que se difuminan en la bruma de la decadencia del Imperio Romano, mientras ella se sacrifica aceptando con dignidad su final trágico y sin solución.