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DRAGON BALL, DE LO BRUTAL A LA SEDUCCIÓN

 

La televisión del mundo se entera de la serie DRAGON BALL a finales de los años 1980. La serie BOLA DE DRAGÓN, en castellano, había sido un éxito en su natal Japón y se convertiría en un fenómeno que ha trascendido hasta convertirse elemento obligado de la cultura popular. Ya sea porque la gente tiene idea de la historia o de los personajes o porque la esfera naranja y traslúcida del Dragón puede encontrarse en cualquier almacén de souvenirs del mundo. Al ver los primeros episodios, el espectador queda cautivado por la sencillez del diseño, pero también queda impactado por las altas dosis de violencia que ejercen entre sí los personajes, más cuando en sus etapas iniciales, el protagonista es un niño y las golpizas que recibe quitan el aliento al espectador.

En DRAGON BALL la estética es para público infantil, mientras que el contenido parece pensado para espectadores adultos. Los personajes de corta edad son sometidos a golpizas desbordadas y los adultos que les son afectivamente cercanos tienden a la pederastia y practican el acoso sexual. Como la vida misma, todos los factores de la ecuación se encuentran juntos y en el mismo lugar y en el mismo tiempo. Extrañamente, la serie no fue bloqueada por la censura y más allá de algunos casos aislados ha seguido siendo emitida sin obstáculos y con aclamación. Se podría decir que DRAGON BALL se convirtió en una obra que hizo catarsis con espectadores sometidos al riesgo de todo tipo de abusos a los que están expuestas las personas desde la infancia. De tal forma que quienes llegan a la adultez son aquello quienes por azar o por fortaleza vencen los peligros y consiguen sobrevivir.

 

Con sus diferentes temporadas, DRAGON BALL es el reflejo de la brutalidad de la vida en la que esperanza radica en la capacidad para fortalecerse que tienen los seres humanos. Su creador, Akira Toriyama se convierte en el hacedor de un credo en el que los televidentes comprenden que el bienestar del mundo depende del suyo propio, generando así una idea de redención, que por el bien de todos, se espera que esté arraigada en la mente de los seguidores de su obra por mucho tiempo. DRAGON BALL apela a lo instintivo del espectador y le ofrece un contexto apocalíptico en el que todo se soluciona gracias a la disciplina de los personajes principales. Pero sin lugar a dudas, el punto de unión con el público está en la brutalidad de los hechos que muestra, sin este elemento, el discurso de superación que ofrece no sería atractivo para los fanáticos del manga.