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BEETLEJUICE, EL PÁNICO QUE ENAMORA

Por: Miguel Ernesto Yusty

BEETLEJUICE es un filme estrenado en 1988 bajo la dirección de Tim Burton, en el que un fantasma que trabaja como exorcista para espantar vivos de las casas embrujadas, ve como su trabajo pone en su contra a la comunidad de fantasmas, al punto de terminar con su negocio. La película sirvió para consolidar la estética de Burton en el gusto del público y dejar en claro que ante el terror se podía reaccionar con pánico o con embeleso e incluso con ternura. El filme está disponible en AMAZON PRIME, la plataforma de televisión que se ha dado a la tarea de ofrecer todo tipo de clásicos y de buen cine, sin demeritar la producción de sus propios proyectos que se estrenan cada mes.

BEETLEJUICE, que traduce jugo de escarabajo, es también el drama de un matrimonio de fantasmas que ven su casa invadida por personas vivas y quieren obligarlos a partir y entonces llaman a un espantador profesional. Es la metáfora de los individuos que se diferencian del resto de la sociedad y no quieren ser violados en su intimidad. BEETLEJUICE representa la lucha de quienes defienden su derecho a ser diferentes, sustentando sus cualidades y encantos para ganarse el derecho a decidir como vivir sus vidas. Es el drama del mismo director, Tim Burton, un “chicho raro” e introvertido, que gusta del arte y las historias de terror, pero que en el mundo real ejerce de artista y no de asesino, ni de malhechor, aunque sus historias traten de estos temas.

BEETLEJUICE se estrena a finales de la década del 80 y significa para Burton el punto de partida de una década prodigiosa. En estos años el director logra sintonizar con los jóvenes adolescentes que se harán adultos durante los 90s. Su formación como animador y como diseñador de personajes y de escenarios, serán el sustento estético del que beberán sus películas. Su refinamiento formal le permitirá hacer atractiva la extrañeza, convirtiéndola en una cualidad que influyó en el comportamiento de sus fanáticos. Por eso, quienes ven un filme como BEETLEJUICE y se identifica con alguno de sus personajes, se adentran en el terreno de su propia intimidad, en el que se puede pensar lo más terrible y desear lo más bizarro sin ser castigado por ello. Con su obra, Burton hace bello lo espantoso y permite a los espectadores disfrutar de aquello que los hace extraños, porque en su cine, ser diferente es la cualidad que define a los protagonistas.