¿Podría la segunda temporada de LA CASA DEL DRAGÓN ser un gran éxito de público como fue la primera o mejor, como JUEGO DE TRONOS? Los tres casos beben de una raíz narrativa universal, la de la fantasía heroica, que se ambienta con facilidad en tiempos que recuerdan a la edad media. En estas ficciones no se habla de catolicismo y la magia es de uso cotidiano. En ellas existen animales imaginarios como los dragones y para nadie resulta extraño que puedan convivir con las personas. El medioevo, o la edad media, es el momento de la historia en el que las culturas del norte de Europa se imponen a los pueblos del sur. Es el período que sucede al del Imperio Romano, que era cristiano. Es de alguna forma el momento en el que estos pueblos, que han definido el rumbo de occidente hasta el presente siglo XXI, comienzan a liderar el ritmo de la historia. Para la narrativa fantástica es una fuente de relatos ideal, porque estas culturas del norte europeo no estaban cristianizadas, en consecuencia conservaban cosmogonías en las el animismo era una constante, abriendo así un camino libre para la imaginación.
En el mundo de JUEGO DE TRONOS y de LA CASA DEL DRAGÓN, así como en el de las películas del SEÑOR DE LOS ANILLOS, por ejemplo, los árboles caminan y pueden hablar, o los lobos piensan y los humanos pueden comunicarse metafísicamente con ellos. Este tipo de fenómenos no son castigados con la excomunión como en las películas de terror, ni son motivo de complejos exorcismo. Cuando suceden son vistos como hechos maravillosos y aceptados como posibles. Al público le gustan estos relatos porque son una confirmación de las razones que han llevado al poder a quienes detentan ese poder en la actualidad, es como si todo encajara. El estado de cosas, el statu quo, se justifica además porque quienes dominan los dragones, tienen tanta necesidad de control, que aplican la fuerza desmedida contra cualquiera que les haga frente. Magia y fuerza van de la mano y ambas llevan al poder. Dicho esto, cabe preguntar: ¿dónde queda el televidente que no comparte los mismos antecedentes culturales, como el medieval? El punto de encuentro con estas series y películas está en la fe inquebrantable que albergan algunos, en que dado el momento pueden ejercer la fuerza contra su enemigo y creen que más allá de la cosmogonía defendida por las creencias oficiales, siempre hay alguna fuerza sobre natural, reposando en la sombra, que despertará cuando sea requerida. Mientras el tiempo del resurgimiento llega, el cine, la televisión y desde siempre, la literatura, son el refugio en el que los mundos mágicos pueden existir sin censura.
¿Ahora bien, basta apelar a ese inconsciente mitológico, por llamarlo de alguna manera, para tener éxito con una serie de televisión? La segunda temporada de LA CASA DEL DRAGÓN, la que se estrena en 2024, es nuevamente una lucha por el poder. Eso no es malo, se parece a la realidad política de muchos países en los que sus mandatarios pugnan por el control del estado y no por el bien del mismo. ¿Pero es ese el atractivo de la serie? Por ejemplo, JUEGO DE TRONOS acierta al contar con un gran antagonista representado por los “caminantes blancos”, que son estos seres humanoides de las tierras heladas, que eran muertos, que han sido revividos y que están dispuestos a terminar con la hegemonía de los seres humanos. Son esa presencia que representa a la naturaleza inclemente o simplemente a la muerte misma que les llega a todos. Este elemento da dinamismo a la serie. Por su parte, LA CASA DEL DRAGÓN, no cuenta con una amenaza apocalíptica que infunda terror por partes iguales. Si, es rica en hechos generados por las bajezas humanas y eso le gusta al público, además se prodiga en mostrar los apetitos carnales de sus personajes y eso es llamativo. Pero carece de algún factor cataclismo que haga temblar a todos por igual. Claro que el pánico al fin del mundo no es condición para el triunfo televisivo, ni DALLAS ni DINASTÍA los tuvieron y miren ustedes que todavía son recordadas.