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THE GENTLEMEN, LA PICARESCA AL ESTILO INGLÉS

Guy Richie es el director de la serie THE GENTLEMEN, exhibida en la parrilla de Netflix. Richie es un británico que tiene en su historial filmes de culto como LOCK, STOCK AND TWO SMOKING BARRELS, de 1998, SNATCH del 2000 y ROCKNROLLA DEL 2008. Pero dentro del ámbito más popular, es quien dirige las dos películas sobre Sherlock Holmes, una de 2009 y la otra de 2011, las dos protagonizadas por Robert Downey Jr. y por Jude Law. Su estilo hace de sus filmes piezas inconfundibles y sus personajes, así como sus contextos, sumergen al espectador en un mundo en el que las líneas rectas son una ilusión y en el que todo lo que va a salir mal, sale peor. Entre su arsenal de habilidades narrativas cuenta con la capacidad de transformar lo calamitoso en comedia, haciendo que el posible rechazo a sus historias se convierta en deseo de verlas y si es el caso, de repetirlas.

THE GENTLEMEN es crítica social en clave de humor que recuerda al género picaresco, en el que la España del siglo de oro ponía en tela de juicio los fundamento de la vida imperial. En esta serie de televisión se muestra a un caballero inglés, un duque, que para subsanar las deudas de sus familiares aristocráticos debe recurrir al cultivo de marihuana, pero sin perder el lustre de su clase, aunque aplicando los métodos de los bajos fondos. Como en otras obras de Guy Richie, los grupos sociales con valores diferentes a los establecidos, como los gitanos o comunidades religiosas bizarras, imponen sus reglas, escribiéndolas con sangre en el manual de buenas costumbres. Aunque en THE GENTLEMEN, el protagonista tiene porte de héroe idealizado, su entorno es más el de SNATCH, la película del mismo director y hace pensar en GATO NEGRO GATO BLANCO del gran Emir Kusturica, el filme de finales de los años 90.

Con THE GENTLEMEN Guy Richie recuerda que en lo raro, lo extraño, lo extravagante y lo bizarro, también hay verdad. Una verdad que se sale del plato, rebosando la copa, manchando el mantel y cayendo sobre la ropa de los comensales. Gracias a su estilo que rompe la linealidad del relato, que usa cámaras lentas que alteran el tiempo natural de la acción y que ubica en ángulos inesperados, el director mantiene alerta al espectador. Con estas herramientas, la película se hace llamativa, aunque trate el drama deprimente del empobrecimiento. El director deja claro que la estética debe ser consecuente con la narración y que sin importar lo cerebral del contenido, debe ser conducida por la mirada de un artista, como lo es el propio Guy Richie.