Por: Miguel Ernesto Yusty
Los meses de junio y julio de 2018 vieron el estreno de dos nuevas entregas de las series MISIÓN IMPOSIBLE y PARQUE JURÁSICO. Ambas conservaron las características necesarias para formar parte de los géneros a los que pertenecen y también para ser exponentes de las sagas en las que están inscritas. MISIÓN IMPOSIBLE es, desde los primeros instantes de proyección, una fiel exponente del género de espías. El solo saludo entre personajes, que se comunican por medio de claves conocidas por un reducido grupo de los iniciados, lleva al espectador al universo de las organizaciones clandestinas de la guerra fría. Con PARQUE JURÁSICO la sensación es similar, con pocos minutos de proyección, se sabe que se está frente a una película de aventuras. La verdad, nada nuevo, estos son dos géneros de los cuales se estrenan frecuentemente películas. ¿Entonces qué amerita escribir sobre ellas?
Juan Antonio Bayona, el director de PARQUE JURÁSICO: EL REINO CAÍDO hace gala de un dominio del oficio que sorprende por su estilo refinado y por conseguir hacer pensar que, desde la forma como encuadra, la película se levanta sobre el mito que Steven Spielberg puso en marcha en los años 90 del siglo anterior. Lo suyo no es copia, es asumir el lenguaje audiovisual distintivo de la serie.
Por su parte, Christopher MacQuarrie, quien dirige MISIÓN IMPOSIBLE: FALLOUT, se vale de su talento como guionista, para orquestar un filme en el que los giros narrativos son una constante, haciendo de la obra una de las más destacadas de este género. Se entiende el fuerte impacto que esta película causa en el público, cuando se recuerda que MacQuarrie, fue coautor del clásico del suspenso LOS SOSPECHOSOS HABITUALES (1995). Esta entrega de MISIÓN IMPOSIBLE es una combinación entre lo mejor del cine de intriga, con lo más espectacular de cine de acción. Sin embargo, la calidad de ambas películas no es la más importante de sus cualidades.
Cuando una saga consigue mantener alto su nivel de calidad, al tiempo que conserva una estrecha relación con el público, se convierte en un fenómeno social que produce una importante sensación de estabilidad en las audiencias. Ante la incertidumbre de la vida en sociedad, que somete a los ciudadanos de la mayoría de países del mundo a frustraciones económicas y políticas, el cine, así como la tragedia para los griegos de antaño, es la ruta para expiar los dramas sociales. Por eso el público acude de forma masiva a ver esta clase de películas. No es solo porque sean entretenimiento y ruido, lo que se oculta tras ellas, son algunas de las más profundas incertidumbres de la sociedad.
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