El 5 y el 6 de octubre los latinoamericanos pudieron ver el final de la multi-galardonada serie Breaking bad creada y producida por Vince Gilligan.
Se trata de una serie dramática, en la cual el protagonista, frente a la inmediatez de la muerte sentenciada por un cáncer terminal, cambia todos sus patrones de conducta. El título en español que se acomoda a la expresión empeorando, alude no sólo al deterioro físico por cuenta de la enfermedad, sino, a la degradación moral que experimenta Walter White, un profesor de química con dificultades económicas que ante el fatal diagnóstico, decide en asocio de un antiguo alumno Jesse Pinkman, montar una empresa criminal para cocinar y vender anfetaminas, bajo la justificación de dejar solucionado el futuro de su familia cuando él se haya ido. El concepto a destacar radica en el proceder del personaje Walter White, a quien la cercanía con la muerte le flexibiliza los criterios valorativos referentes a la transgresión de la ley, la exposición al peligro y las situaciones de riesgo. Pese al horror de sus crímenes es imposible odiarlo, porque igual, de manera paralela a través de toda la historia, muestra en grado sumo ese lado tierno que hace inexplicable sus dos facetas, o mejor, ratifica la existencia de esa dualidad indivisible del ser humano.