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La caja de Pandora


Buen cine Turco

Por Poly Hincapié Buchelli.

Según la mitología griega, la caja de pandora era el recipiente en el cual se encontraban todos los bienes y los males que albergaba la humanidad, por tanto el título de la cinta funciona como metáfora que apunta a ese referente.

La película de la directora turca Yesin Ustaoglu, se abre como una caja que nos muestra en principio un engranaje de circuitos familiares rotos por la incomunicación. Para empezar, la madre anciana interpretada por la extraordinaria actriz Tsilla Chelton, padece de alzheimer dolencia que se constituye en la expresión máxima del aislamiento y sordera emocional que rompe los polos del circuito comunicacional. Por culpa de este padecimiento la anciana ha desaparecido y sus tres hijos ya mayores se ven obligados a reunirse para salir en su búsqueda. Es en ese trayecto, de Estambul al pueblo natal, atrapados en un pequeño auto, cuando salen a flote las frustraciones y malquerencias de tres seres receptores de la relación fallida de sus padres y portadores actuales de sus respectivas tragedias.

 

En ese recorrido, el clima lluvioso y plomizo funge como actor, en tanto que se encarga de expresar el sentimiento de soledad y aislamiento de cada uno de los integrantes del grupo familiar mientras se vinculan de diferente manera los recuerdos que los han marcado.

La madre, quien ha ido en pos de la montaña como lugar mítico original, es rescatada y traída a la ciudad como espacio seguro, con el efecto totalmente contrario pues el resultado es su hundimiento en una insondable profundidad emocional. Su nieto igualmente perdido en la incomprensión de la adolescencia, logra conectarse con ella en razón a la similitud de sus vidas, ambos sin interlocutor posible.

Ahí, nuevamente la ciudad funciona como actor por cuenta del estrépito, la multitud, el acoso ambiental y esa sordidez enmarcando la incomunicación total.

Abuela y nieto se escapan al pueblo, la primera en busca de la montaña como morada final para su descanso y el segundo sabiéndose útil por primera vez en su corta existencia, al convertirse en lazarillo de quien ha sembrado vidas incapaces de encontrarse a sí mismas. Es en este punto cuando la historia nos permite encontrar, rezagado en el fondo de la caja de pandora y conforme al mito griego, el bien único de la esperanza.

La película producida por Francia , Turquía y Alemania, ganó la Palma de Oro a mejor película y la Concha de Plata a mejor actriz en el Festival de San Sebastián de 2008.