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SICARIO, EN TIERRA DE NADIE

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Probablemente uno de los mejores estrenos de 2015, SICARIO, del canadiense Denis Villeneuve, es una reflexión sobre la geopolítica del narcotráfico en tiempos posteriores a la caída de los cárteles colombianos. Es una historia sobre la delincuencia y la legalidad, que sostiene que la justicia solo se alcanza cuando una fuerte pasión la motiva. En medio de todo el aparataje de la América angloparlante e imperial, la ley del ojo por ojo es la única solución al avance incontenible de las bandas de narcotraficantes. Desesperanzador planteamiento, que se torna desolador para quienes sueñan con una sociedad ideal, pero útil para la escritura del guión de un triller de ritmo contenido e incansable. 

197628-sicario-0-230-0-345-cropSICARIO cuenta con un reparto encabezado por un impecable Benicio del Toro, que ejerce de protagonista oculto y que revela su rol dramático a cuenta gotas. El actor es el mismo que en 2014 encarnara a un ficticio Pablo Escobar, aclamado por parte de la crítica y mirado con recelo por el resto. Del Toro es de esos actores, que como Ricardo Darín o John Leguizamo, se han convertido a golpe de película, en iconos de lo que significa ser “latino” en la gran pantalla.

 
SICARIO se enmarca en un nuevo tipo de cine de suspense, que tiene como ejemplo televisivo la serie THE KILLING (2011) y en el entorno hispano, la película de 2014, LA ISLA MÍNIMA. Estás son narraciones pausadas pero intensas, que mantienen en vilo al espectador, apoyadas en una música donde los bajos son profundos y las cámaras se mueven con lentitud y precisión.