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CINE DE ESPÍAS

espiasEl cine de espías está a la orden del día. MISIÓN IMPOSIBLE: NACIÓN SECRETA, del director Christopher McQuarrie, uno de los guionistas de LOS SOPECHOSOS HABITUALES (1995) y director de JACK REACHER (2012), llegó y acaparó la atención de la taquilla durante varias semanas. La película, perteneciente a la saga refundada por el director Brian de Palma en 1996, no decepcionó y volvió a poner en la mente de todos cinéfilos, la sensación de vivir en un mundo en el que poderes ocultos pugnan por hacerse con el dominio del Planeta.

38010El siguiente estreno con el que remata el verano de este 2015 es EL AGENTE DE C.I.P.O.L., o OPERACIÓN U.N.C.L.E., según en qué países se proyecte. La película es dirigida por Guy Ritchie, hábil en el manejo de filmes en los que grupos de amigos se enfrentan a las fuerzas del mal, a los que sabe dotar de ritmo y espectacularidad, sin que por ello pierdan la densidad y la inteligencia que exige la crítica. Ejemplo de ello son RocknRolla (2008) o sus dos últimas películas sobre el personaje de Sherlock Holmes. EL AGENTE DE C.I.P.O.L., así como MISIÓN IMPOSIBLE, tienen su origen en series de televisión de los años 60, cuando la guerra fría estaba en pleno furor y el mundo se dividía, sin contemplaciones, entre “izquierda y derecha”.

bond-24-spectreLa cuestión del cine de espías se pondrán extrema en octubre, cuando SPECTRE, lo más reciente de James Bond, sea estrenado. James Bond, personaje inspirado en EL AGENTE DE C.I.P.O.L., la serie de televisión de los años 60, volverá a demostrar que las fuerzas del mal acechan sin descanso con el fin de hacerse con el control de nuestras vidas. Si todo sucede como parece, la película será bien acogida por los amantes del género… claro que eso es solo futurología.

201505160653251bb11fd8dc9eb96a64a3254ca7b50d86Con estas evidencias, cabe pensar que existe una añoranza por los tiempos de la guerra fría. Como lo dice David Gistau en su artículo del ABC, “la nostalgia de esas guerras cosmopolitas, que autorizaban el uso del esmoquin, en las cuales el antagonismo también era intelectual y bullía en las universidades, era inevitable cuando las guerras que libra ahora Occidente tan sólo contienen la espantosa violencia primaria”. Sea como simple justificación ideológica para sustentar la mera lucha por el poder, ese tiempo en la segunda mitad del siglo XX, contaba con una claridad dramatúrgica que dinamizaba la vida cotidiana e intelectual, incluso obligaba a la existencia de una conciencia planetaria en la medida que el riesgo nuclear estaba siempre presente. Hoy, aunque el cambio climático parece ponernos la soga al cuello y la corrupción y la injusticia, llevan a los países al borde del precipicio, las élites políticas, se mantienen aletargadas, sin ofrecer o sintonizarse con nuevas utopías que den razones para encauzar al mundo por la vía de la esperanza. El resurgir del cine de espías demuestra esa necesidad por recordar el riesgo inminente de un mundo perdido sin claridad ideológica, que por no poder identificar contra qué o quién enfrentarse, deja en manos de la ficción el trabajo de crear malos de tinta y papel, que nos asusten en la oscuridad de las salas de proyección, pero que no dan luces para encontrar un nuevo rumbo cuando la película ha terminado.