EL RESPLANDOR, EL MIEDO QUE NO SE QUITA

EL RESPLANDOR es una película estrenada en 1980 y dirigida por Stanley Kubrick, que fue recibida por el público con frialdad y que con el correr de los años se ha convertido en un clásico del género de terror. Pasadas varias décadas, el filme sigue impactando a la audiencia, generando miedo y tensión en los espectadores. Con el correr de los años su estética y sus personajes recuerdan un tiempo lejano, pero el drama que los afecta no pierde vigencia. La película cuenta la historia de un escritor que para tener privacidad y terminar la creación de una novela acepta cuidar un hotel en medio de un invierno gélido que lo mantiene alejado de cualquier contacto con la civilización. Con él se encuentran su esposa y su hijo, que tiene el poder de la predicción gracias a una voz interna que le habla y le advierte sobre lo que está porvenir. Víctima de una posesión espectral ejercida por un fantasma del pasado, el escritor, interpretado por Jack Nicholson, decide matar a su familia. ¿Es este planteamiento tan interesante como para que luego de 45 años de haber sido estrenada, la película siga atrayendo al público del siglo XXI? ¿Qué hace que produzca miedo?¿Por qué EL RESPLANDOR se ha convertido en un ícono cultural?

Una razón para explicar la vigencia que conserva EL RESPLANDOR es su temática. El filme aborda el problema de la violencia intrafamiliar, en este caso ejercida por el padre. Lo importante de la obra es que quita a la pregunta la carga de una sustentación científica o racional, para remplazarla por otra de índole fantástica y terrorífica, que libera al padre de toda culpa y lo convierte a su vez en víctima de los fantasmas. Entonces, tras un proceso de identificación y de catarsis, el espectador supone que en la película el agresor no busca hacer el mal, todo lo contrario, es una victima más de una conspiración del más allá. Así que el hijo agredido, puede liberarse también de los confusos sentimientos que por un lado llaman al rechazo del padre y por otro claman de amor por el progenitor. Es decir que EL RESPLANDOR trasciende el paso del tiempo porque la forma como da respuesta a sus interrogantes, es la deseada por buena parte del público, que querría amar y no odiar al maltrador porque este es su padre o su madre. Es evidente que películas como esta no pretenden educar, en la superficie buscan entretener, pero en el fondo dan otra explicación a los hechos trágicos, una explicación que además es comprensible para los espectadores e incluso emocionalmente soportable. ¿Es esto correcto? ¿Cuál es su trascendencia?

Para que el drama de maltrato que muestra EL RESPLANDOR funcione se requiere de actores capaces de transmitir físicamente las emociones que suscitan las situación que llevan a los personajes al limite de la locura, el dolor y la violencia. Así Jack Nicholson, el actor que hace de padre poseído por el espíritu de otro padre asesino que vivió unos 60 años antes que él, sabe hacer percibir el proceso en el que pasa de padre de familia protector, al de demente agresor. Su contraparte es el personaje de su esposa, encarnada por Shelley Duvall, una mujer de ojos grandes, de una larga delgadez y de una indefensión que llama a la solidaridad. Ambos están en un nivel actoral que deja claro su rol en la estructura del guion y que evoluciona de manera creíble para llevar el relato hasta el final inesperado, que forma ya parte de los momentos icónicos de la historia del cine.

EL RESPLANDOR es un referente cinematográfico que toca la cultura popular. Lo es porque se ha convertido en objeto del culto, esto se sabe cuando quien la ha visto siempre invoca su nombre cuando recuerda algún filme de terror que le haya impactado. Es decir que quien la ve no la olvida. Imágenes como las de los dos gemelas fantasmas de pie, con caras de frentes muy grandes, en medio de un corredor, cogidas de las manos y con sus trajes a la moda de los 1920s, dejan huella en la memoria del espectador. Pasa algo similar con la sangre que sale a borbotones por las endijas de las puertas cerradas del ascensor del hotel en el que la historia de posesión tiene lugar. Pero por encima de todos los planos del filme, cito dos, para que cuando vean la película juzguen si son los que merecen mayor recordación: uno sería el rostro del padre que ha roto con un hacha la puerta de madera del baño donde su esposa se esconde y cuando el hueco es suficientemente grande, mete su cabeza entre sonriente y amenazante y anuncia que ha llegado a la casa; el otro plano, que se ve en la misma escena, es el del hacha rompiendo en primer término y la madre, con rostro de horror, al fondo de la composición, presa del pánico y con un gran cuchillo de cocina en la mano. Íconos de la cultura popular, porque incluso para alguien que no sepa de qué película son, esos planos están grabados en su colección mental de imágenes terroríficas.

Entonces para responder a la pregunta de por qué EL RESPLANDOR sigue vigente, habría que decir que su vigencia se debe a que aquello que cuenta podría pasar en cualquier lugar y en cualquier momento de la historia. Esta razón, sumada a la calidad de sus imágenes, genera el pánico que caracteriza a las audiencias de este filme. Habría que decir también que usar la técnica narrativa del terror gótico, es decir el que trata sobre lugares embrujados, libera a todos los implicados de culpas incómodas y les permite seguir adelante, haciendo catarsis y suponiendo que el monstruo que tienen cerca no es malo y que solo está poseído por un espectro del otro mundo… Quizás una visita al psicólogo también sería necesaria. Por último, EL RESPLANDOR resiste el paso del tiempo porque sus imágenes son tan potentes y tan bien logradas, que perduran en la mente de una sociedad permeada por el cine y las películas.