
La película es rompedora en su tratamiento del color y también en su manejo de cámara, aunque este último detalle sea por momentos, un simple artificio. El color está al servicio de la expresión del conflicto entre los dos personajes fuertes de la historia.
Esta relación entre lo formal y el contenido, hace que para el espectador la estética arriesgada, sea coherente. A ello se suman elementos más decorativos como los encuadres con la cámara ladeada o el cambio en la textura de la película, que contribuyen a mantener al público en alerta.
