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BAGDAD CAFÉ, el final de la Guerra Fría

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91HMsQA2JaL._SL1500_BAGDAD CAFÉ (1987) responde a un planteamiento argumental universal. Cuenta la historia de una mujer extranjera, que llega a un lugar en medio del desierto en donde las reglas de comportamiento social están férreamente definidas y gracias al interactuar de esta mujer con sus habitantes, transforma el sistema de valores que los rige. Aunque la idea suena interesante, no es del todo novedosa, es casi tan antigua como Occidente. El interés radica en la manera como el director Percy Adlon, la convierte en obra cinematográfica. Adlon tiene a su favor, ser historiador de arte, por eso entiende de estética. Ello le permite convertir el lenguaje del guión, es decir, acciones descritas con palabras en un discurso audiovisual, cercano a la pintura y la fotografía, que por momentos está estrechamente relacionado con el videoclip vigente durante los años 80.
 
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La película es rompedora en su tratamiento del color y también en su manejo de cámara, aunque este último detalle sea por momentos, un simple artificio. El color está al servicio de la expresión del conflicto entre los dos personajes fuertes de la historia.
 
 
Esta relación entre lo formal y el contenido, hace que para el espectador la estética arriesgada, sea coherente. A ello se suman elementos más decorativos como los encuadres con la cámara ladeada o el cambio en la textura de la película, que contribuyen a mantener al público en alerta.
 
Bagdad_CafeLa escogencia de la música es también un acierto. La obra se alínea dentro de una tendencia “pop”, ecléctica por naturaleza, que permite que lo visual pueda ser digerido con facilidad por los espectadores habituados a otro tipo de propuesta más conciliadoras. Esta idea del pop de los 80, que refleja un abandono de las posiciones radicales en favor de otras más conciliadoras, deja pensar en una cierta estética de la posmodernidad, en la que caben todos los colores, todas las texturas y en la que los personajes más antagónicos están condenados a entenderse. Ello no obsta para que las referencias a la pintura de Giorgio de Chirico, quien habla de los opuestos en un mismo tiempo y espacio, puedan tener cabida. En resumidas, una película de finales del siglo XX, en donde todo cabe, en las postrimerías de una guerra fría que parecía ser el fin de todos los conflictos.