En años recientes las películas basadas en historias de superhéroes arrasan en taquilla. No siempre fue así. En 1978 Supermán, de Richard Donner, abrió un filón que la misma saga se encargaría extenuar, cuando la cuarta película, Superman IV: The Quest for Peace (1987), fue un fracaso que no recogió lo necesario para cubrir los costos de producción. El subgénero encontró refugio en series de televisión como Lois y Clark (1993-1997), Smallville (2011-2011), Hércules: sus viajes legendarios (1995-1999) o Xena: la princesa guerrera (1995-2001). La llegada del nuevo milenio marca un cambio en la tendencia, tras el estreno de X-Men (2000), dirigida por Bryan Singer, al que se suma Spider-Man(2002) de Sam Raimi. Ambas dejan claras las preferencias del gran público por este tipo de filmes, que se mantienen hasta hoy y que se hacen patentes en los lanzamientos de las próximas semanas: El sorprendente Hombre Araña y Batman: El caballero de la noche asciende
Este exacerbado gusto por el cine de superhéroes y el refinamiento en la manera de hacerlo, no surgen de forma espontánea. Se trata de películas que con frecuencia responden al modelo de las narraciones que cuentan la llegada de un ser salvador, un mesías, que venido de otro mundo, tiene poderes suficientes para aliviar los tormentos de pueblos que han perdido la esperanza de encontrar soluciones por las vías tradicionales y solo creen poder alcanzarlas de forma sobre natural. Así, ante la incertidumbre de un cambio radical, la llegada del fin del mundo o de una crisis social y económica, los espectadores claman por el advenimiento de un héroe redentor. Es por eso que cada vez que una nueva película de este tipo es puesta en circulación, el ritual catártico se repite y los espectadores ávidos de salvación, llenan las salas engrosando los bolsillos de los grandes estudios y las cadenas de distribución.
No cabe duda que el cine de superhéroes se ha beneficiado con el desarrollo de las herramientas digitales, que han contribuido a elevar la calidad de su estética y sus efectos. Pero su éxito no se puede explicar sin tener en cuenta la crisis del fin de milenio, unida a la inestabilidad política y económica que ha marcado la primera década del presente siglo. ¿Qué aportan estas películas a la solución del problema? ¿Son simples paliativos o dan claves para resolver la encrucijada en la que se encuentran enmarañados los países del primer mundo, que son quienes las producen? La respuesta más sencilla sería afirmar que infunden valores de superación y permiten al público evadirse de la realidad. Pero más allá de opiniones y análisis, los números no mienten y la el cine de superhéroes mueve el mercado y la economía, al tiempo que crea empleo, en momentos en que es tan necesario como el agua en el desierto.