EL RENACIDO, de Alejandro González Iñárritu y EL ABRAZO DE LA SERPIENTE, de Ciro Guerra, tienen en común que son dos películas dirigidas por latinoamericanos, que cuentan historias con vocación indigenista, que entre los idiomas y leguas que hablan sus personajes, hay presentes dialectos indígenas, que son filmes de época, que tienen gran calidad y que han sido nominadas a los premios Oscar. Que el año sea 2016, también es importante, porque es en este año, cuando las campañas a la Presidencia de Estados Unidos, tienen como uno de sus debate relevantes, el tópico de la presencia de los hispanos en el país de los americanos del norte. 

Siendo capcioso, se puede afirmar que la industria del cine ha querido definirse políticamente del lado demócrata. Llegado el momento de las premiaciones, sería poco usual, aunque no imposible, que le concedieran a Iñárritu el premio al mejor director o el de mejor película, dos años seguidos. No hay que confundirse, todo el drama de EL RENACIDO está motivado por el deseo de venganza de un hombre blanco, a quien le han matado su hijo indígena. Si se repite lo acontecido en los BAFTA, donde EL RENACIDO se llevó 5 premios, de 8 nominaciones, querría decir que Hollywood, es solidario con la defensa y el respeto a las culturas aborígenes. Situación opuesta a la que defiende el candidato republicano Donald Trump, así como su partido, que día a día se muestran más radicales con los inmigrantes. Si además se concede a Ciro Guerra y su equipo el Oscar a mejor película extranjera, la Academia sin duda haría oír su voz liberal ante los cinéfilos de todo el orbe.

Sigo capcioso, es para tener en cuenta que en la lista de nominadas figura también TRUMBO, de Jay Roach. Ésta es un biopic y además homenaje, a un genio del guión, quien siendo de izquierdas, fue perseguido por el Senado de los Estados Unidos, en lo que se conoció como la caza de brujas. Para concluir, qué suerte, que además de ser dos grandes películas, las de González Iñárritu y Ciro Guerra, estás llegan en momentos en los que el planeta y sobretodo el país de los angloamericanos, claman por reconocer otros mundos, tan validos como el suyo, aunque en este momento de la historia, menos agraciados por la fortuna.