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El Rey Pescador

El director Terry Gilliam ha defendido en sus películas que la locura es el refugio donde al individuo se protege de las exigencias que la sociedad le impone. Basta revisar BRASIL (1985) o echar un mirada a 12 MONOS (1995) para confirmarlo. Sin embargo, Guilliam narra sus filmes en un tono fantástico que limita la capacidad de sus obras para llegar a públicos más extensos. No sucede así con EL REY PESCADOR (1991), en la que sin perder su estilo único y desbordante, Gilliam lleva a la pantalla un grupo de personajes del común para protagonizar un drama extraordinario aunque cotidiano.

La razón para el cambio pudo ser el fracazo comercial de su película anterior, LAS AVENTURAS DEL BARÓN MUNCHAUSEN (1988). De tal forma que el director se vió obligado a demostrar que podía trabajar dentro de un modelo financiero más económico. EL REY PESCADOR duplicó el dinero invertido por la Columbia Pictures Corporation en su producción y Terry Gilliam consiguió imprimir a la historia su toque personal.

EL REY PESCADOR es un canto en favor de aquellos que deciden vivir según sus propias reglas. Es un manifiesto solidario con aquellos que no pueden ser otra cosa que ellos mismos. Es una película complice de quienes negocian con el mundo y que al final consiguen ser aceptados sin importar lo diferentes y extraños que parezcan a los ojos de la mayoría.