2015 es el año en el cual la novela del escritor Colombiano y caleño, Andrés Caicedo Estela, QUÉ VIVA LA MÚSICA, es llevada a la pantalla grande. El director de la adaptación, es el también colombiano y nacido en su misma ciudad, Carlos Moreno. La película trae el impulso de la expectativa suscitada por los cultores de la obra de Caicedo y carga con el lastre de una mirada que busca en la versión cinematográfica, un fiel reflejo de la novela. Para quienes se encuentra en el segundo grupo, la decepción es grande, por que ese no fue el interés del equipo creativo a cargo del proyecto. Incluso, la producción no optó por enmarcar la película en el contexto histórico en el cual se desarrolla la obra literaria y por el contrario, decidió crear una amalgama de pinceladas histórico-culturales, que dan lugar a un sincretismo con el que se intenta definir una ciudad andina colombiana, donde la influencia de la música salsa, es un fenómeno cultural que marca la mayor parte de las últimas tres décadas.
La película es un viaje iniciático en el que una joven, en los primeros años de juventud, recorre diferentes esferas de la sociedad urbana, hasta llegar al más profundo de los infiernos, así como lo hiciera el personaje de Dante en la DIVINA COMEDIA. En su periplo, la protagonista de QUE VIVA LA MÚSICA, rompe con barreras morales y éticas, convirtiéndose en una especie de ángel exterminador, que purificado, camina en medio de la descomposición social sin derrumbarse.
La versión cinematográfica de QUÉ VIVA LA MÚSICA es un gran homenaje a la música salsa, superando otras películas, que han presumido de ser cine musical y que carecen del corazón suficiente para entender este género popular. El montaje es especialmente bueno, pero la película se hace compleja para los no iniciados. Es probable con el correr de los años esta versión de Carlos Moreno, se convierta en película de culto, hasta entonces hará su recorrido por las salas de cine comercial, sometida a las miradas de cinéfilos desprevenidos, así como de aquellos que buscan ver un cine salido de la tinta y del papel: esperanzas inútiles, por que una una novela no es una película.